Como muchos saben y otros no, soy Ingeniera Civil. Durante mis estudios, dudé bastante de mi carrera. Cuando tenía 18 años, no sabía qué estudiar y elegí eso porque ya era maestra mayor de obras y fundamentalmente porque todavía no sabía cual era mi vocación. Cuando iba creciendo, luego de haber viajado un año por América, ya sabía qué cosas me interesaban y tenía muchas contradicciones en lo que implica la profesión y mi manera de pensar y ver al mundo. Una carrera que hubiese seguido era antropología y la otra era ingeniería ambiental, pero no quería perder más tiempo anclada en Buenos Aires por mis estudios, así que terminé finalizando mi carrera. Lo bueno, es que justo al final, encontré mi vocación dentro de la ingeniería. La construcción natural. Me gradué haciendo un proyecto de viviendas sociales autosustentables, construidas en barro. Para eso me demoré un año, leyendo, investigando, probando.
Luego de graduarme, decidí que mis maestrías no serían en un recinto universitario, sino usando mis propias manos y aprendiendo todo lo que pueda. Lo cual por cierto me llevó a Córdoba a hacer un taller con la gente de Practica Sustentable sobre construcción natural y techo verde, dictado por un señor Alemán, Gernot Minke, autor de algunos libros que utilicé para mi tesis, que es uno de los máximos referentes en el tema de la bioconstrucción. Por las vueltas de la vida, hace un tiempito me encontré con un amigo del colegio que no veía hacía más de diez años, pero que cuando eramos compañeros eramos muy buenos amigos, Joan. Él es arquitecto y también le gusta la construcción natural, así que nos juntamos para charlar y ver si hacíamos algo juntos. Gracias a él me enteré del taller, ya que es uno de los organizadores, y me decidí a hacerlo.
El lugar donde se realizó, es una comunidad cerca de la ciudad de Nono que se llama Buda. Viven aproximadamente 23 adultos y 16 niños (si mal no recuerdo). Hay una posada, construida en barro y piedra, un refugio hermoso donde a mi me tocó dormir, una cocina comunitaria, un espacio para niños y mucha, demasiada naturaleza. Todos los días nos preparaban el desayuno, luego nos llevaban a la obra un refrigerio, al mediodía el almuerzo, por la tarde una merienda en la obra y por la noche la cena. Creo que fue la comida más rica que probé en mi vida. Preparada por la dulce de Fiorella, la encargada de la cocina, con muchísimo amor. La comida era vegana y con tantas restricciones jamás me imaginé que podría ser tan rico. Probé un montón de cosas nuevas para mí, como queso de girasol (una pastita para untar en el pan riquísima), malta (parecido al café), te de algarroba, cebada, y más cosas que ni sabía lo que eran. Con la pancita llena de cosas ricas daban más ganas de trabajar.
Más allá de eso fue lindo ver cómo viven en comunidad, a mi fue algo que siempre me interesó mucho, incluso en mi tesis hicimos el estatuto de la comunidad. En Buda pareciera que todos son una gran familia, cada uno hace lo suyo, se reparten las tareas y colaboran todos con buen ánimo para que todo salga bien.
El taller en sí se desarrolló muy bien. Nos dividimos en pequeños grupos e íbamos rotando por las diferentes técnicas constructivas. El primer día preparamos las mezclas de barro para cada tipo de técnica. Mis botas de lluvia fueron un éxito porque pude pisar el barro (lo más divertido de todo) sin tener frío en los pies, que obviamente lo hice con «cara de feliz cumple». Por la tarde Gernot nos dio unas charlas muy interesantes sobre casas que ya construyó, techos verdes etc. Nos mostró fotos de edificios hechos en barro en Yemén, construidos hace más de 500 años atrás. Traté de convencerlo para que haga un edificio de barro ahora, pero no pude, ja.
El segundo día y parte del tercero rotamos por las distintas técnicas constructivas. ¡Ahí sí nos tocó ensuciarnos las manos! Aprendimos a hacer muros de Quincha Seca, Quincha Húmeda, Bahareque y las famosísimas salchichas o chorizos de barro. Revoque grueso y fino y pisos y contrapisos. Fue bastante completo y lo mejor es que todos pudimos hacer todo.
Por último realizamos un Techo Verde en una obra que ya está casi terminada que será un laboratorio para hacer cremas naturales. Fue muy divertido, me pasé toda la tarde arriba en el techo. Primero extendiendo el geotextil y el nylon. Y después hicimos una cadena humana muy efectiva para subir y desparramar la tierra, parecíamos una máquina casi perfecta.
Además de la comida rica y lo bueno que estuvo el taller, conocí mucha gente linda. La mayoría eran arquitectos, yo y un señor más ingenieros civiles, otros que querían construir su propia casa, otros que les interesaba el tema, y hasta unos chicos que documentaron el taller (Hecho En Libertad), pero principalmente personas muy bellas. Todas las noches se armaba un fogoncito con percusión incluida y cantos.
Y el paseo fue completo, hasta hicimos globología con dos nenes de la comunidad, Feli y Ema, que me hicieron hacer más globos que si fuesen un grupo de 30. Muy pilas, sobre todo Feli que se animaba a hacer todas las figuras él mismo, un genio. Por suerte uno de los chicos, Nahuel, me ayudó a inflar los globos con el inflador, me salvó porque estaba duro el inflador y no podía yo sola.
Ahora me espera otro taller en Chascomus de 7 días. Ya les contaré la experiencia pero allá voy con La Gorda, con mi casita a cuestas, me vuelvo a transformar en caracolito.
5 comentarios
Me encantó, qué linda experiencia!!!
Me encanta la bio construcción y aunque no tengo casi experiencia práctica solía leer bastante al respecto y mirar documentales y demás. Este año, de hecho se me frustró un proyecto donde quería con mis estudiantes donde enseño y aprendemos desde la educación ambiental, hacer unos bancos para el patio del colegio con barro. La dire se asustó cuando le conté la idea y me dijo que ni loca podría justificar semejante «enchastre». La entiendo de todos modos, siempre nos apoya con el reciclado y los experimentos de cocinas solares, así que seguiremos buscando la vuelta.
Hace mucha falta que se popularicen estos métodos constructivos, te felicito por la experiencia Tati, un abrazo!!
Uyyy que lindo proyecto el de hacer un banquito de barro… Podés enseñarles a hacer un techo verde… (aunque subir a los nenes al techo es un peligro jajaj). Hay un documental que se llama El Barro, las Manos, la Casa… yo ahora voy a hacer un taller con ellos. Abrazos Juan!
Hola Tati, me encantó! Acabo de volver de un viaje de un año y me está costando encontrar esas cosas felices con el sedentarismo. Soy diseñadora y al igual que vos encuentro placer con la biocontrucción y estoy tratando de meterme más con eso acá en Argentina.. Me está costando encontrar info de voluntariados y distintas actividades por acá cerca. Quizás me puedas dar una mano con esto ya que a mi solita se me está complicando.. jaja!
Espero siga todo muy bien y sigamos en contacto! Abrazo..
P.D: Te dejo mi mail trinidad.lucaioli@gmail.com
Dale ahi te agrego a mi facebook asi estamos en contacto. Lo primero que te recomiendo es hacer algun taller y despues empezar a ir a ayudar a gente que se esté construyendo su casa. El sabado fui con una amiga y las dos solas estuvimos construyendo en la casa de un amigo mientras él se armaba la huerta. Mientras hayan ganas hay muuucho por hacer!
Dale ahi te agrego a mi facebook asi estamos en contacto. Lo primero que te recomiendo es hacer algun taller y despues empezar a ir a ayudar a gente que se esté construyendo su casa. El sabado fui con una amiga y las dos solas estuvimos construyendo en la casa de un amigo mientras él se armaba la huerta. Mientras hayan ganas hay muuucho por hacer!