Cuando Shahnaz nos invitó por medio de couchsurfing a su casa, en un pueblo cerca de Shiraz para presenciar el casamiento de su sobrina, pensamos que era un truco para sacarnos plata de alguna manera.
Nuestra sospecha no era infundada, en Irán muchos utilizan esta red social de solidaridad, para ganar dinero. Encima ella tenía fotos con ropa tradicional y en su perfil decía que podía llevar a los turistas a los pueblos nómadas cercanos a Shiraz. Nos hizo saltar la alerta roja. Sobre todo a Javico, yo soy demasiado ingenua.
La fecha del casamiento nos quedaba justo para el día que viajaríamos de Isfahan a Shiraz, que son bastantes kilómetros. Venía bien ya que Eqlid, el pueblo de Shahnaz, queda justo a mitad de camino.
Javico me dijo: «Si quieres vayamos, tomemos el riesgo, pero sepamos que puede salirnos mal, así no nos decepcionamos mucho en caso de que eso pase.»
Viajamos a dedo hasta Sourmagh, allí bajamos del camión y una chica se acercó a nosotros de la mano de una niña. Era ella. Nos subimos al auto. Manejaba su hermano y la niña era su hermana más pequeña.
Llegamos a la casa el día de la boda. Su madre estaba muy estresada por recibirnos. Éramos sus primeros invitados de couchsurfing y ella quería que todo saliera bien. Me daba pena que esté así de estresada, hasta superaba a mi mamá cuando recibe a muchísima gente en casa.
Nos sirvieron almuerzo: arroz y carne de cordero. Notábamos que era un plato especial ya que ellos no se servían mucha carne y la dejaban para nosotros. Comimos todos juntos y por la expectativa que había ante nuestra presencia debimos comer bastante.
Shahnaz me contó que ellos son de una tribu de origen turco que se llama Qashqai. Su madre antes de casarse con su padre era nómade y algunas personas de su tribu lo siguen siendo. Eso se percibe en su casa. Solo hay alfombras, algunos sillones y no mucho más. A la noche acomodan los colchones en algún ambiente de la casa y duermen. No tienen habitaciones fijas para cada uno. La gente de esta tribu se especializa en hacer alfombras de forma artesanal. Y todas las de la casa fueron confeccionadas por su madre. Realmente sentíamos que caminábamos por obras de arte.
Además el padre tiene dos esposas. Él vive en el piso de arriba con su primer esposa, y la esposa nueva, la mamá de Shahnaz, vive abajo. Shanaz es más joven que algunos de sus sobrinos, hijos de sus medio hermanas del primer matrimonio del padre. Pero todos viven en la misma casa en paz y armonía. Las dos esposas parecen ser buenas compañeras.
Descansamos un rato, y luego comenzaron a llegar tíos, sobrinos y más hermanos, todos para empirifollarse. Shahnaz me había preguntado mi talle y mi estatura para prepararme un traje típico. Casualmente teníamos la misma contextura. Me sentía como la nena de la película mi pequeña pícara, una vagabunda que una señora la lleva a su casa, la baña y la cambia y ella se tira al piso gritando “me pican la medias, me pican la medias”. Todas estaban arreglándome. Me vistieron, me acomodaron la ropa, me quisieron secar el pelo a lo cual me negué, pero igual me hicieron el peinado típico que ellas utilizan. Disfrutaban jugando a vestirme y peinarme.
Cuando estaba lista, me sentía una mezcla de princesa rusa con Wendy Sulka. Pero a mi también me gustó jugar a ponerme linda, con una pollera inflada. Creo que nunca me volveré a poner un vestido así en mi vida.
Finalmente nos fuimos todos a la fiesta. Cuando llegamos había algunas personas en el patio, música en vivo, todas las mujeres con la ropa típica de la tribu Qashqai. Ellas bailaban revoleando los pañuelos. Era una explosión de brillos y colores. cuando llegué y vi todo eso, me emocioné, no podía creer que estaba ahí, me sentía en una de esas películas que me gusta ver de lugares extraños.
La música fue subiendo el ritmo, cada vez le ponían más emoción y más pañuelos volaban por el aire. Nosotros observábamos sentados, aunque el ritmo me contagiaba y me moría por bailar, pero la vergüenza me ganaba.
Y entonces se paró todo el mundo, ahora sí la música estaba en su máximo esplendor, las mujeres gritaban “lalalalalalalala” con vos bien aguda, y se oían disparos al aire. Así, les daban la bienvenida a los novios. Y hombres y mujeres bailaban haciendo una especie de coreografía en ronda.
Los novios, mucho no se conocían, pero parecían contentos. Ella tiene 19 años y él 21. Se los veía lindos juntos.
Luego las mujeres se quedaron bailando afuera y los hombres entraron al salón. Ellos comieron, luego salieron e ingresamos las mujeres. Debo confesar que a esa altura ya toda la ropa me parecía muy incómoda, y el pañuelo de la cabeza me hacía picar el cuello. Le dije a Shahnaz para ir a sacarme la pollera al auto y ponerme mi pantalón, pero me dijo que no era lindo, que debería cambiarme todo o nada, y solo había llevado mi pantalón.
Nos repartieron unas cajitas con ensalada y fruta. Luego nos dieron otra con kebab y arroz, muy rico. Mientras las mujeres se iban acercando por grupos a conversar conmigo y a sacarse fotos. Las chicas más jóvenes hacían de traductoras. Y las mujeres mayores me sonreían con gran simpatía.
Los novios hicieron la ceremonia cubiertos con una tela por arriba de sus cabezas. Fue muy rápida. Y otra vez todo el mundo a bailar. Para ese entonces ya nos conocíamos todas y me animé a sumarme a la ronda de baile.
Cuando nos cruzábamos con Javico nos contábamos las novedades del lado de los hombres y del de las mujeres. “¡Me tuve que sacar fotos con todas!” “Hay uno que baila como Chayanne”.
Recién a lo último de la fiesta nos volvimos a juntar mujeres y hombres para bailar. Ahora de repente entran en fila con maletas en la cabeza bailando. Las apoyan en el suelo y los novios bailan alrededor de una de las maletas. Se les acerca la gente y les regala dinero.
Bailamos un poco más, para ese entonces ya éramos de la familia y bailamos con todos los chicos de la fiesta entre medio de los paparazis .
Y cuando ésta finalizó, subimos todos a los autos y fuimos en caravana a la casa del papá de la novia. Cada vez que un auto se acercaba al de la novia se oía el “lalalalalala” agudo de las mujeres.
Luego estuvimos un rato en el patio de la casa y así terminó nuestra mágica noche. Los novios nos agradecieron por ir, y nosotros les agradecíamos a ellos por abrirnos las puertas de su hermosa fiesta.
Llegamos a la casa, me saqué el traje de princesa, y me quedé dormida en dos segundos. Al otro día no sabía si lo que había vivido era real o simplemente un sueño.
4 comentarios
Fantástico, buen post e increíble experiencia!
Muchas gracias Fede!
Increible! Siempre leí en los blogs que Iran se caracterizaba por tener uno de los pueblos más hospitalarios que existen. Que lindo es ver esta realidad que no se muestra en los medios….. Te felicito!
Sí y es verdad!!! Muchas gracias!!!