Al viajar a Irán creía que me encontraría con una sociedad totalmente distinta a lo que yo conocía. Con gente vestida con ropas típicas como veía en las películas y con pequeños pueblos detenidos en el tiempo.
Durante casi dos meses en Irán me había encontrado con grandes ciudades, modernas, prolijas y tecnológicas. ¿Dónde estaba ese país que yo imaginaba y no encontraba? Pero justo antes de irnos decidimos hacer un último desvío para adentrarnos al Kurdistán Iraní. Y allí encontré eso que tanto imaginaba.
Llegamos a Kermansha, lugar donde pasamos una noche conversando con el chico que nos hospedó y aprendiendo más sobre el pueblo kurdo. Ya habíamos conocido el Kurdistán turco, que atraviesa grandes conflictos actualmente, y se sentía un ambiente tenso, incómodo. El gobierno turco les prohibibe conservar sus raíces, no les permite hablar su propia lengua ni utilizar sus ropas típicas, y ha reprimido y asesinado a muchos miembros de este pueblo.
Ellos son un pueblo dividido en cuatro países, así, porque sí. Sin criterio de nada han divido a una nación en cuatro estados. Ha sido un pueblo perseguido, asesinado, masacrado y expulsado. Pero la unión hace a la fuerza.
En este momento combaten contra el gobierno turco y resisten en Irak y Siria luchando contra el ISIS. Y nos han contado historias que nos hicieron poner la piel de gallina. Los kurdos de todos lados se van a Irak y Siria para dar su vida y luchar por sus hermanos. Han formado un ejército de valientes mujeres, que luchan contra el ISIS, debido a que estos temen morir en manos de mujeres, ya que si esto sucede sus almas arderán en el infierno. Hace poco tuvimos la noticia que murió una de las líderes de este ejército, una mujer valiente y hermosa que dio su vida por la libertad de su pueblo.
Ahora en el Kurdistán iraní se respira paz, pero ellos no pueden olvidar que han sido los peores perjudicados de la guerra que duró nueve años entre Irán e Irak.
Pero como dije, allí se respira paz. Nos adentramos en los pueblos y encontramos la pureza de una cultura orgullosa. Ellos visten con babuchas, camisas y sus característicos bigotes. Ellas con sus hermosos vestidos largos de colores fuertes.
Las casas son de piedra construidas en la ladera de la montaña, unas sobre otras. Nosotros llegamos a la cima de la montaña y así como hechizados, nos quedamos dos horas esperando el anochecer. Viendo a la gente volver de la montaña con los animales; a la gente charlando en las terrazas de las casas; y de repente comenzamos a oír un ruido fuerte, a un tiempo constante al que luego se le sumaba otro con menor intensidad, y otro y otro. Hasta que descubrimos que era la hora de limpiar las alfombras y logramos ver a las mujeres en las terrazas de las casas golpeando las alfombras una y otra vez, a un ritmo constante y fuerte.
En este tranquilo lugar llamado Palangan, pudimos observar la vida del pueblo kurdo. Respiramos sus costumbres. Los vimos disfrutar del atardecer en los techos de sus casas.
Esa parte del viaje, añadida a último momento, me enseñó una cara diferente de Irán. Me mostró el hechizo del Kurdistán, un pueblo orgulloso que se cae, se levanta y lucha. Un lugar que parece haberse detenido en el tiempo.
6 comentarios
muy bueno lo suyo
Muchas gracias!!! 🙂
Qué maravilla de viaje!
Una duda… ¿Cómo os movisteis por esa zona? ¿Es posible visitar esos pueblos en transporte público?
Muchas gracias.
Hola Juan! Sí, en bus claro. Igual nosotros por Irán nos movimos un 95% a dedo, y en el Kurdistan funciona super bien!
Hola Tati!! Hoy empiezo el viaje a Sanandaj, el kurdistán iraní 🙂 Estoy re expectante y tus posts me ayudaron un montón. Beso grande!!
Hola Lu, no sabes cuanto me alegra y ahora estoy disfrutando yo tu viaje 🙂