KHAJURAHO y sus Excitantes Templos

Llegamos a Khajuraho, como todo viajero atraídos por los Templos del Kamasutra, y nos fuimos alucinados (o excitados) de esos templos, pero no solo por las figuras talladas de imágenes eróticas, sino por la grandeza de la arquitectura y lo bien mantenidos que se encuentran luego de un milenio.

Khajuraho es un pueblo pequeño. Su principal atractivo son los muchos templos hindúes que allí se encuentran, construidos alrededor del año 1000 D.C por los Chadella. Hay varios sectores de templos, pero el más visitado es el del oeste.

Fuimos a recorrerlo bien temprano por la mañana, para así evitar el fuerte calor del verano indio. La verdad es que no habíamos visto fotos para dejarnos sorprender, y lo bien que hicimos. Ante nuestros ojos se presentaron enormes estructuras de piedra tallada en sobre y bajo relieve que nos dejaron boquiabiertos. Comenzamos a darle vueltas por fuera al primero de ellos, llamado Templo de Lakshmana, dedicado al Dios Vishnu. Con un montón de niveles de figuras talladas: elefantes, ninfas, diferentes reencarnaciones del Dios Vishnu y algunas eróticas que son las que más llaman la atención. En las ninfas podía notarse todo lujo de detalle, desde las cadenas que adornan sus cuerpos hasta el ombligo. Y todo esto se corona en una especie de cúpula con forma cónica curvada absolutamente toda tallada en bajorelieves con firuletes decorativos.

Era alzar la cabeza y admirar esa belleza en una y otra cara del templo. Pero al ingresar por sus escalinatas y su entrada majestuosa, el asombro continuó porque es como si hubiese lo mismo que afuera pero más pequeño, como si fuera una «mamushka de templos». Y adentro de eso, el altar del Dios Vishnu, entre luces que se escabullen desde el exterior y las sombras de las entrañas del templo de piedra.

Esto se repite una y otra vez entre los diferentes templos del complejo. No podría decir que uno es más lindo o interesante que otro porque todos son igual de bellos e imponentes. Unos honran al Dios Vishnu, otros a Shiva o Brahma.

En el sector de los templos, hoteles, restaurantes y tiendas, no es agradable caminar. Los vendedores son demasiado pesados pidiendo que vayan a ver sus tiendas, los conductores de rickshaw quieren llevarte aunque no vayas a ningún lado, y los guías no paran de ofrecer sus servicios una y otra vez. Parecería que de golpe todo el pueblo sabe hablar español.

Pero un día agarramos unas bicicletas y nos hicimos una pasada por los templos del grupo Este, que habíamos leído que mucho no valían la pena. En realidad fue de casualidad. Buscábamos un lugar para ver el atardecer. Nos habían recomendado la laguna de atrás de los templos del Oeste pero no era demasiado bonito así que dijimos ¿y si vamos a los templos del Este?

Entonces luego de la laguna seguimos unos cien metros por la calle principal y doblamos a la izquierda. Atravesamos un mercado atestado de gente – nunca habíamos visto tanta gente en el pueblo – y luego llegamos a un barrio, con casas pintadas de azul, verde y naranja, mitad enterradas en el suelo y mitad sobre la superficie. Con puertas y ventanas bordeadas por arcos típicos de la arquitectura hindú. Eran barrios humildes. La gente en las calles, porque ya se había escondido el sol, bombeando agua, bañándose allí, los nenes jugando sobre algún camión averiado, las mujeres trayendo las cosas del mercado sobre sus cabezas, y saludándonos sin interés alguno.

Al azar, llegamos a Vaman Temple, pero ya estaba cerrado. Igualmente lo vimos por fuera y era distinto a los que ya habíamos visto, muy hermoso y bien mantenido. La verdad es que nos quedamos con ganas de recorrer esos templos, menos visitados, pero también hermosos.

Mi descubrimiento de los sabores Indios:  

Mucho se dice sobre la cocina india, famosísima en todo el mundo por sus sabores, derivados de las tantas especias que poseen. La verdad es que yo todavía no la había disfrutado demasiado, ya que no me gusta la comida picante y hasta ahora cada vez que pedía comida india que me decían que no era picante, para mí lo era y mucho.

Pero un día en Khajuraho, caminando al mediodía, muertos de calor y de hambre, no encontrábamos donde comer. Los restaurantes que recomiendan las guías se han vuelto carísimos y no ofrecían demasiado.

Así de casualidad, ya cansados, vimos un pequeño restaurante con una pareja india almorzando. Entramos y el dueño super simpático nos atedió. Pedimos un thali (la típica bandeja con distintos platitos de comida más chapati y arroz), lo mismo que comía la pareja y se lo pedimos sin picante. Dijo que toda su comida la elaboran en el momento así que pueden hacer comida sin picante, que no me preocupe. Claro que no le creí. Pero demostró ser muy cierto.

Allí degusté los más variados platos indios durante tres días. Para cada comida íbamos allí y Pintu tenía preparada otra recomendación para nosotros. Una más rica que la otra. Probamos berenjenas en salsa massala, una salsa con un queso típico de aquí, y hasta un curry con castañas. Todos los días me iba feliz de allí. Es que viajando la comida se transforma en algo esencial, que te puede poner muy feliz o incluso frustrarte cuando no encontrás algo rico por varios días.

Por eso Khajuraho quedará en mis recuerdos como unos de los lugares donde mejor comí en mi viaje.