Cuando unos amigos me comentaron que hay un volcán en actividad con muchas explosiones por día, y que se puede observar este fenómeno, no dudé en armar un viaje hacia allí. Ese volcán era El Reventador.
Ecuador es un país de Volcanes. Hay muchísimos, activos e inactivos. Y vivir rodeada de ellos, verlos todos los días desde mi ventana, me despertó una curiosidad y atracción hacia ellos impresionante.
El Reventador es una caldera de cuatro kilómetros de ancho con su apertura hacia el este, es un volcán joven sin vegetación que se eleva 1300 metros sobre el piso de la caldera de un volcán extinto. Mide 3480 m.s.n.m.
Para llegar allí se debe agarrar la ruta hacia Papallacta, donde aprovechamos para darnos un baño relajante en aguas termales, y seguir viaje hacia Baeza. Luego continuar por la carretera que va a Lago Agrio, pasando una ruta de curvas, paisajes verdes y cascadas, que anuncian la llegada a la Amazonía. Cuando vean un gran puente que dice «Bienvenidos a Sucumbíos», habrán llegado a destino. Allí mismo se encuentra la Hostería Reventador, donde hay varios miradores para observar el volcán Reventador. Pero hay que tener mucha paciencia, porque el clima es muy cambiante y lluvioso, por lo tanto es difícil tener una vista despejada del volcán.
Nosotros llegamos por la tarde y el primer día no tuvimos suerte. Así que tomamos nuevamente la carretera y manejamos veinte minutos hacia el pueblo Reventador, lugar donde hay hostales baratos, restaurantes y tiendas.
Al día siguiente madrugamos y desde la ventana de la habitación ya pudimos observar el volcán despejado a lo lejos, y hasta vimos la primera explosión con su nube de cenizas formando una gran columna. Gritamos, saltamos y festejamos: nos sentimos con mucha suerte. Rápidamente fuimos a la hostería de los miradores, observamos el volcán desde el puente de la hostería mientras explotaba, aproximadamente cada quince minutos, llenándonos de entusiasmo y felicidad.
Pero pronto comenzó a nublarse, entonces comenzamos una caminata por cinco miradores, que luego continuaba durante tres horas para llegar a un refugio a tan cinco kilómetros del volcán. El volcán se ve mucho mejor desde los miradores que desde el puente, pero ya estaba casi nublado por completo. Luego del último mirador el sendero se hace angosto, y se ingresa al bosque. El camino estaba repleto de lodo, en algunos momentos tuvimos que caminar por la quebrada, por subidas y bajadas, trepando un poco. Y en un tramo tuvimos que pasar por rocas y entre medio de ellas había huecos profundos. Habíamos caminado durante cuatro horas y no parecíamos estar cerca de la llegada. Además comenzó a llover y tuvimos que tomar una decisión. Como no sabíamos cuanto faltaba para llegar ya que no había ningún tipo de señalización, y como de todos modos no veríamos el volcán desde el campamento porque estaba totalmente nublado, decidimos volver para no correr riesgos con la lluvia, el riachuelo y las piedras. Costó mucho tomar esa decisión pero era lo más seguro.
A las cinco de la tarde, cuando llegamos nuevamente a los miradores de la hostería, nos quedamos secándonos de la lluvia contemplando el volcán que poco a poco se iba despejando. Y cuando se despejó, las luces del lugar nos encandilaban y no nos permitían verlo bien, así que nos fuimos a un mirador en el kilómetro 98 de la carretera que va hacia el pueblo, y allí sucedió la magia, uno de los espectáculos naturales más lindos que vi en mi vida.
Hacía frío, estábamos mojados, embarrados, cansados y con hambre. pero bajamos del auto, y nos dedicamos a contemplar el volcán, que se lo veía despejado y rodeado de estrellas. Y de repente vimos una explosión enorme con piedras incandescentes y lava saltando fuera del volcán. Nunca me voy a olvidar el color naranja tan intenso que vi salir del volcán. Hasta pudimos ver las piedras naranjas rodando por las faldas. Gritamos y saltamos como locos por la emoción. Pero es un vicio y queríamos más. Pasamos más de una hora allí y vimos dos explosiones más pero más pequeñas. La sonrisa en la cara no se nos quitó hasta que nos dormimos. Esa hora hizo que todo el viaje valiera la pena.
Al día siguiente madrugamos pero el volcán estaba nublado. Así que descansamos un poco más, ya con la idea de no volver a verlo. Alrededor de las nueve de la mañana emprendimos el regreso a casa. Pero cuando pasamos por el kilómetro 98, miramos hacia atrás, vimos el volcán un poco despejado y nos metimos en nuestro mirador. Esperamos cinco minutos y vimos una enorme explosión y su nube de cenizas negras elevarse al cielo. Esperamos diez minutos y el volcán se nubló completamente. Creo que nos dijo adiós a su manera. Nos dejó verlo una vez más y nos hizo su show por última vez.
Felices continuamos viaje haciendo una última parada para ver La Cascada de San Rafael, el salto de agua una más alto de Ecuador con una caída de 160 metros. Caminamos quince minutos por un sendero que cruza ríos y se escucha el canto de las aves, para llegar a la imponente cascada. Mirarla es hipnótico, la forma en que cae el agua, como en escamas, y la explosión que genera cuando choca con las rocas. El verde de la zona y una especie de olla que la contiene.
Así terminó este hermoso viaje. Que no fue perfecto, pero que me dio todo lo que esperaba.
Información Útil Volcán Reventador:
Cómo llegar al Volcán Reventador:
Para ir al Volcán Reventador deben tomar la vía Papallacta – Lago Agrio. Desde Pallapacta deben conducir tres horas, justo hasta el límite de la provincias Napo y Sucumbíos.
Yo fui en carro, pero para ir en bus pueden tomarse un bus a Baeza y de allí otro bus o transporte público El Chaco al pueblo de El Reventador.
Dónde Hospedarse en El Reventador:
Yo me hospedé en el pueblo El Reventador en el hostal Mi Kasa. Es limpio, hay agua muy caliente, internet, y cuesta 10 dólares por persona. Lo mejor de todo es que desde las ventanas de las habitaciones del primer piso se ve el volcán Reventador. El pueblo queda a un par de kilómetros del mirador del KM98 o de la hostería donde comienzan los senderos.
Otra opción es hospedarse en la Hostería El Reventador, que es el lugar donde se comienza el sendero y está el puente para ver el volcán. Este hospedaje cuesta 39 dólares por persona. O 50 dólares la habitación doble. Pero allí no hay nada más que las hostería. Osea les tocaría comer ahí.
Dónde Comer en El Reventador:
Los dueños del hostal tienen un restaurante a cien metros del hotel, en el pueblo, que es bueno, bonito y barato. Totalmente recomendable. También se llama restaurante Mi Kasa. Pero como es en el pueblo hay más opciones y tiendas para comprar.
Qué ver y hacer en El Reventador:
Sendero al refugio del volcán Reventador: Es un camino de más de cuatro horas y no es fácil. Hay mucho lodo, hay que cruzar varias veces una cascada, pero el camino es claro como para ir solos. Se ingresa desde la Hostería El Reventador y hay que abonar 10 dólares por persona. En el refugio se puede acampar y hay un techo para armar la carpa debajo.
Senderos de miradores y cascadas: desde la misma hostería hay un sendero que lleva por cinco miradores muy cerquita. Y también hay senderos que llevan a unas pequeñas cascadas.
Mirador kilómetro 98 de la ruta: Para ver el volcán durante la noche para poder observar la lava, recomiendo ir al kilómetro 98 de la ruta, ya que allí hay un espacio donde se puede parquear, o acomodarse con una carpa y esperar. Desde aquí se ve el volcán justo de frente y sin luces alrededor.
Cascada San Rafael: Justo donde está el volcán, al otro lado de la carretera se encuentra la Cascada de San Rafael. El salto de agua más grande de Ecuador, con 160 metros de altura y entre 10 y 14 metros de ancho. Desde el ingreso se encuentra un sendero que pasa por bosques frondosos con muchas aves, y termina en la cascada. Y la viste es imponente: la caída de agua, la roca erosionada en forma de olla, la espuma que cae con fuerza en el río y tiene un efecto visual hipnótico. El ingreso es gratuito.
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1 comentario
Muy bonito su experiencia de cierta caminata al nuestro oriente conozco mucho el sector esperamos nos vuelva a visitar no hay cosas lujosas pero si hay algo novedoso relacionado a turismo en montana lo esperamos con los brazos abiertos y una vez mas esperando haya tenido una buena estadia un gusto Cristobal