El segundo lugar del mundo donde más tiempo viví es San Pedro de Atacama, Chile. Y es un lugar que atrapa a la gente, muchos que van por unos días se terminan quedando semanas, meses y hasta años. Yo viví allí aproximadamente dos meses.
Así que muerta de miedo, me decidí a avanzar por la ruta del desierto. Me preparé muchos cds de música en el asiento del copiloto y unas galletitas para comer por si me daba sueño manejando. Y llegué a Chañaral, luego a Antofagaste, luego a Calama y por último, con la camioneta rota y un camionero escoltándome por si necesitaba que me remolquen, llegué a San Pedro de Atacama.
Cuando llegué a San Pedro, comenzó un sin fin de cosas buenas. Frené para preguntarle a un chico por un mecánico, se subió a La Gorda y me acompañó a lo de Willy, el mecánico del pueblo. Con Willy juntos arreglamos el problema que teníamos (tardamos algunos días pero lo solucionamos). Ese mismo día estaba sentada en la plaza y pasó otro chico preguntando si alguien quería trabajar en un restaurante y dije que yo, aunque era muy torpe y no sabía ni pelar una papa, y menos que menos atender mesas. Pero así aprendí a trabajar en una cocina, a lavar torres de platos y finalmente a ser «garzona» (moza). Además conocí a una personita muy especial, La Diva, una nena de 19 años que tenía alguna enfermedad, retraso y problemas motrices, que casi no hablaba, pero con la cual nos entendíamos muy bien y nos matábamos de la risa. Hacíamos nuestras travesuras en el restaurante también. Y me encariñé mucho con ella.
Después, espontáneamente me fui quedando en ese paraíso, me metí con La Gorda en un camping, cambié de trabajo , empecé a trabajar de «hunter» (invitaba a la gente a entrar en el restaurante). Me hice amigos y tenía hasta un perro amigo, el Queteimporta.
San Pedro es de esos lugares que te atrapan. Es un pueblo muy chiquito con calles de tierra y construcciones de adobe. Tiene una sola calle principal: La Calle Caracoles. En esa calle no pueden circular autos y se encuentran todos los restaurantes, bares, oficinas de turismo, internet, locales de artesanías, etc. Tiene unas cuatro o 5 cuadras. Siempre hay gente caminando por allí y es imposible pasar caminando sin saludarte con todos los chicos que trabajan en los distintos lugares.
Me gustaba tanto la rutina de caminar todos los días por esa calle. Esa sensación de pueblo de conocerse todos con todos de tanto verse. Me gustaba tanto el camino de salir de mi kombi en el camping e ir caminando al trabajo, que decidí grabarlo, para no olvidarme de nada. Para no extrañarlo tanto. Y para revivir esa rutina a través de una pantallita cuantas veces quiera. El video originalmente es mucho más largo, pero decidí acortarlo para mostrar solamente la Calle Caracoles. Imagínense que lo grabé para mí misma. Lo que voy diciendo en el camino es como esa vocesita que a uno lo acompaña siempre dentro de la cabeza y que la escucha uno nada mas. Tenía una voz de resfriada/dormida terrible y se me escaparon un par de malas palabras, sepan disculpar.
En conclusión éste pueblo y esas callecitas poco a poco me fueron curando la tristeza de ya no estar con mi amiga, compañera, cómplice, compinche, hermana del alma y una de las mejores personas que conocí en mi vida y con la cual soñamos juntas. De saber el dolor que ella estaba pasando. En un momento lloraba todos los días un ratito, después día de por medio y de a poco me fui curando. Gracias a que trabajaba podía llamar a mi amiga bastante seguido, para acompañarla a la distancia en el momento más difícil de su vida. A veces no hablábamos, nos quedábamos calladas en el teléfono, simplemente acompañándonos.
*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?
13 comentarios
Guau… no tengo muchas palabras para decir lo uqe sentía cuando iba leyendo… me encantó! qué valiente esta viajera!!
Muchas gracias!!! lo de valiente no me lo creo mucho, soy bastante miedosa… jaja
Me encantó!
Qué hermoso lugar! Qué ganas de volver!!!
Me acuerdo de la calle Caracoles llenísima de gente con casitas de adobe todas de la misma altura y las estrellas titilando en el cielo con mucha fuerza. Ese lugar es mágico
También recuerdo lo mucho que tardamos en estacionar! jajaja
H2O es ese bar que tiene mesitas con mosaicos de colores? Formando los signos del zodíaco y demás? Si es así, ahí fui a cenar dos veces y me encantó
Coincido con Maga, qué valiente estuviste!
Y qué buena onda tus viejos , las buenas vibras que te mandaron!
Sí… mis viejos bien, con 22 años me podrían haber ordenado que me vuelva…
Y h2O mucho habré entrado una o dos veces… no me acuerdo… yo no podía comer ahí porque era caro… yo comía en «los carritos» jaja
Pero sí, yo también quiero volver!
Qué genial la idea de que por casualidad las ciudades acaban convirtiéndose en pequeñitos hogares repartidos por el mundo :)Creo que voy a hacer los mismo!
Abrazos!
Es que cuando uno viaja sin apuro y vive los lugares, se convierten también en el hogar de uno.
Yo no sé si me hubiese animado, pero coincido con las chicas: cuánta valentía! Abrazos!
yo creo que mucho no lo pensé…lo que sí, los primeros días durmiendo sola en mi kombi en estaciones de servicio me moría de miedo…
No pude evitar sentir una especie de tristeza cuando comencé a leer y lentamente, como a vos el pueblo a mí tus palabras me llenaron de alivio. Qué difícil, qué valiente Tati!!! 🙂
Por otro lado me gustó mucho conocer, escuchar tu voz y ver el pueblo casi como lo veías vos!
Un abrazo!!!
Que lindo lo que decis!!!
Mi voz es un poco distinta que en ese video, tenía mucha voz de resfriada y dormida jajaj
Un relato muy bonito, la verdad que hay calles que enganchan no por ser monumentales o conocidas sino por loque vivimos en ellas.
Un saludo,
Sonia
Hay lugares que nos salvan y nos hacen sentir en casa!!!
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