Asunción es una ciudad de contrastes. Para que se den una idea atrás del Palacio de Gobierno se encuentra una de las villas más grandes de Sudamérica, La Chacarita. Y hay un modernísimo paseo costeño, contrastado con asentamientos ilegales al lado.
Tuvimos la suerte de conocer la ciudad con dos personas que viven en Asunción pero que parecen ser de dos mundos distintos. Una de ellas es amiga de mi mamá, Ana María, y nos recibió en su casa como a dos princesitas. Nos llevó a comer comida étnica a un bonito restaurante, y nos enseñó la cara más bonita de la ciudad, que en mi prejuicio de ignorante jamás me había imaginado tanto lujo. Muchos restaurantes de alto nivel, hoteles espectaculares, casas gigantes, y hay muchos proyectos que se están construyendo, más hoteles, casinos, shoppings, etc.
Tuvimos el honor de asistir con Ana María a una reunión en la casa de Miguel, un argentino adinerado coleccionista de objetos de todo tipo, un hombre simple, simpático como él solo, y que ama viajar por el mundo trayendo todo tipo de objetos. Su casa es un museo, donde los ojos se desvían inevitablemente hacia todos lados. Degustamos manjares de todo tipo – cuando uno viaja realmente valora una buena comida, y encima gratis -, no dejé ni uno sin probar. Y compartimos la noche con la cónsul de Paraguay en India y su marido Indio, que prometieron recibirnos en Delhi. Fue una noche irreal, y encantadora (no llevé la cámara de fotos y me arrepentí mucho).
En cambio con Moni, conocimos otra cara de la ciudad. Con ella fuimos a una feria en la calle; fuimos a probar comida Paraguaya a «El Bolsi», un restaurante clásico de Asunción con una barra muy grande en forma de U donde se sientan a comer todos juntos; nos llevó a conocer su lugar de trabajo, el diario más leído de Paraguay (en el que nos hizo una hermosa nota). Y además pudimos ver todo el proceso de impresión del diario, que me dejó más asombrada que niña de primaria.
Pero lo más interesante fue cuando fuimos a la casa de un amigo de Moni, Derek, que vive en un departamento hermoso en un piso 16 del centro de la ciudad, donde se puede observar desde la altura lo inmensa que es la villa La Chacarita. Se formó hace muchos años cuando la gente emigraba del campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Ocupa toda la franja del Río Paraguay que bordea Asunción. Es una zona muy peligrosa, con fuerte identidad barrial, y a su vez es cuna de grandes artistas.
Un sector se encuentra en un terreno bajo que se inunda con la crecida del río, y entonces las familias que habitan las precarias viviendas de esa zona, afloran y esperan que el agua se retire viviendo con sus electrodomésticos último modelo en tiendas de cartón en medio de la ciudad, o mejor dicho, a la entrada del Parque Caballero, un hermoso lugar que ya no se puede utilizar.
Me resulta increíble, que Derek vive a tres cuadras de la costanera, pero si quiere salir a hacer deporte allí o a tomar tereré frente al río, no puede atravesar esas tres cuadras para llegar al lugar, tiene que viajar en transporte como diez minutos para darle la vuelta a La Chacarita.
Y bueno, esos son los contrastes y contradicciones de esta extraña ciudad a la que siempre será un gusto regresar.
4 comentarios
«Electrodomésticos último modelo en tiendas de cartón en medio de la ciudad». Así mismo es la situación de esa gente. Tienen antenas parabólicas, internet, celulares último modelo y electrodomésticos de todo tipo, pero viven en tiendas de terciadas y se inundan con cada subida del río. A veces es difícil entender su situación, pero es todo un problema social demasiado complicado y de hace años. Lo más feo de todo es que viven en esa zona, justo a las espaldas del palacio de gobierno, en pleno centro de la ciudad. Me gustó mucho que hayas compartido esta otra cara de la moneda, que es inevitable ignorar. Gracias Tati por brindarle un espacio en tu blog a Paraguay! Espero que vuelvas! Un abrazo! 😉
Sí, dentro del mismo barrio seguramente hayan muuuchas victimas y algunos victimarios que le hacen la fama de peligroso. Acá pasa lo mismo. Ni siquiera las ambulancias quieren entrar a las villas por miedo… y eso es por algunos, pero los que pagan el pato terminan siendo las víctimas.
Ahora recordé que una vez estuve al costado de El Cabildo, un centro cultural que está cerca del Palacio de Gobierno, y estaba quitando fotos a las casas de la chacarita, cuando se me acercan 3 nenes descalzos de esa zona que estaban jugando futbol ahí cerca y me dicen que guarde mi cámara porque ahí cualquiera me iba a robar eso y todo lo que tenía. Después de un rato un señor y una señora me gritan desde lejos para que salga de donde estaba diciéndome que era peligroso, y eso que estaba quitando fotos desde lejos, desde lo alto, ni siquiera me bajé a la zona de la villa que está más abajo. La misma gente que vive ahí vive con miedo porque saben que cualquier cosa le puede pasar a cualquiera en cualquier momento. En las noticias siempre hablan de tráfico de drogas, tiroteos, robos, etc, en esa zona. Es muy jodida la situación por ahí. Por eso entiendo que el tal Derek no cruce por esa zona para ir a la costanera.
Sí, dentro del mismo barrio seguramente hayan muuuchas victimas y algunos victimarios que le hacen la fama de peligroso. Acá pasa lo mismo. Ni siquiera las ambulancias quieren entrar a las villas por miedo… y eso es por algunos, pero los que pagan el pato terminan siendo las víctimas.